1. La Palabra de Dios. Ya hemos observado que el Señor oró para
que el Padre santificara a los creyentes por medio de la Palabra (Jn. 17: 17).
La iglesia primitiva consideró de gran importancia el continuar en la doctrina
de los apóstoles (Hch. 2:42). Nuestro Señor mismo sirve del mejor ejemplo de la
necesidad de usar debidamente la Palabra para enfrentarse con la tentación (Mt.
4: 1-1 1). El centro de los viajes misioneros de San Pablo fue siempre la
predicación de la Palabra de Dios (Hch. 1 3:5, 44, 46; 17:2; 1 8:4; 20:32).
Para la santificación, el uso de la Palabra es básico y crucial.
2. La oración. Un segundo medio de santificación es la oración.
También fue esta una de las características de la iglesia primitiva (Hch. 2:42;
cp. 3:1; 4:24; 6:4; 9:40; 10:4,31; 12:5; 13:3; 16:13,16; y 28:8) y es mandada a
los creyentes actuales. Habló nuestro Señor « sobre la necesidad de orar
siempre y no desmayar» (Lc.18: 1). La palabra desmayar significa «
descorazonarse o cansarse». El apóstol Pablo mandó: « Perseverad en la oración,
velando en ella con acción de gracias» (Col. 4:2). También dijo: «Orad sin
cesar» (1 Ts. 5:17).
Autor: Charles Ryrie
Autor: Charles Ryrie
Bendiciones en Cristo.
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