Juan
13:1
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que Su hora
había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los Suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Jeremías
31:3
Desde lejos el SEÑOR se le
apareció, y le dijo: "Con amor eterno te he amado, Por eso te he sacado
con misericordia."
Dios nos ama porque,
simplemente, somos "los suyos". En nuestra condición humana es
improbable que podamos obtener un conocimiento satisfactorio sobre el amor de
Dios. De lo que sí podemos estar seguros es que Él nos ama hasta el fin. ¡Qué
consuelo saberlo!
Dios nos ha dicho que aunque estemos en el mundo, no somos de este mundo. El profeta Isaías nos habla de su amor de una manera increíble: "He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpido." (Is.49:16). ¿Te imaginas en la palma de la mano de Dios?
Dios nos ha dicho que aunque estemos en el mundo, no somos de este mundo. El profeta Isaías nos habla de su amor de una manera increíble: "He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpido." (Is.49:16). ¿Te imaginas en la palma de la mano de Dios?
El motor impulsor de toda
nuestra actividad como cristianos, debería ser el amor de Dios, nuestra
relación con él, pero por desgracia vivimos por lo regular a la defensiva
desparramando intentos, casi siempre fallidos, para agradarle, para buscar su
amor.
Lo cierto es que ya el amor
“vive” dentro de nosotros y lo olvidamos. ¿No dice la Biblia que Dios es amor?
¿No dice también que cuando venimos a Cristo, el Espíritu Santo viene a morar
en nosotros? Entonces ¿por qué andamos como si no fuera así? ¿Por qué miramos
la vida cristiana como una caterva de preceptos para “ganarnos” el amor de
Dios? En la carta a los Romanos, Pablo declara: "Por lo cual estoy seguro
que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados ni potestades, ni lo
presente ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús." (Rom
8:38-39). ¿Has meditado hermanas y hermanos míos, la profundidad y afirmación
de esta increíble declaración? Dice que nada de lo que ha creado el mismo Dios
nos puede separar de su amor. Un par de versículos antes, dice también la
Palabra que ni tribulación, ni angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada (Rom 8:35) servirían para que seamos arrebatados de la mano
del Señor.
Los cristianos estamos en el
mundo y por mucho que tratemos de evitarlo y por mucha santidad que reflejemos,
la contaminación nos toca en ocasiones y hasta puede derribarnos. Cuando Jesús
le preguntó a Pedro por tres veces ¿me amas?, ya el Señor sabía que Pedro lo
iba a negar tres veces también a pesar de las respuestas que dio el discípulo.
Él conoce nuestras debilidades, nuestros nichos vacíos de pureza y desamor. Sin
embargo, Él nos ama hasta el fin. Aunque parezca ridículo y exagerado el planteamiento,
el Hijo de Dios vive en nosotros, toda su santidad, su deidad, su plenitud fue
vaciada en la Cruz para que de cada uno de nosotros emergiera un nuevo hombre,
una nueva criatura, “hechura suya”, de un nuevo barro espiritual amasado con
polvo de estrellas. No podemos tomar a la ligera el hecho de que somos hijos de
Dios. Este sigue siendo un mundo cruel donde siguen habitando generaciones de
víboras peores que las del primer siglo. Pero el Espíritu del altísimo mora en
nosotros, somos – aunque lo neguemos con nuestras actitudes – depósito del amor
de Dios, nuestro viejo hombre, nuestra antigua naturaleza fue crucificada
juntamente con Cristo y está definitivamente muerta. Somos hechura nueva, nueva
creación, nueva criatura y nuestro pasado ahora está en la Cruz que nos liberó
hace 2000 años. Jesús nos ama hasta el fin (Juan 13:1) porque Él sabe que
habitamos en este mundo y le necesitamos y también porque no todos los
cristianos hemos aprendido a “permanecer en Él” y que separados de Él, nada
podremos lograr. Vivir y estar en Cristo significa dejarlo actuar en nosotros
de manera que esa relación nos transforme, nos vivifique, nos anime a producir
frutos espirituales para beneficios de otros y el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22) en nuestro ser. Nuestro ser interior, al estar en Cristo, debe rebozar de
amor permaneciendo en Él. En cierto momento de crisis espiritual, buscaba en la
Palabra refugio y encontré esta inmensa revelación: Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que
permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. (1 Jn 4:16). Espero que te
impacte como a mí y te brinde hoy la confirmación del amor hasta el fin que el
Señor nos ha prometido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario