“Tienes
que esforzarte para ofenderlo, por naturaleza, son un grupo ¡más perdonador,
comprensivo y considerado con que he tratado! No son malos, sino buenísimos;
valoran el amor y lo expresan cada día y en toda oportunidad, son lentos para
enojarse, rápidos para aceptarte, son tiernos… ¡Usted pensó que yo me refería a
los cristianos! no es así... ¡Estaba pensando en los perros Golden retriever!”
Me reí, cuando leí esto en un mensaje de correo electrónico. Sin embargo, al haber tenido experiencia con esta raza de perros (y también con cristianos), ¡creo que es cierto! a veces, los creyentes no somos tan buenos, nos enojamos con demasiada facilidad, nos ofendemos rápidamente, nos cuesta perdonar, pedir perdón, aceptar y amar a otros. Generalmente no manifestamos las mejores actitudes. Muchas veces nos resentimos y nos quejamos; decimos: «En la iglesia no le importo a nadie», «El pastor ni me miró cuando me dio la mano para saludarme». «Hago de todo aquí; la gente debería valorarme un poco más». Enojo, resentimiento, orgullo, egoísmo y murmuración son muchas veces las características que más mostramos. Pero ¿qué pasaría si siempre intentamos tratar a los demás cómo queremos que nos traten a nosotros ?(Mateo 7:12), ¿qué sucedería si en lugar de ser tan rápidos para juzgarlos, lo somos para perdonarlos? (Lucas 6:37), ¿y si demostramos un poquito de humildad?(Filipenses 2:3), ¿Y qué ocurriría si el mundo reconociera, sin ninguna duda, que somos seguidores de Jesús por el amor que tenemos «los unos con los otros»? (Juan 13:35).
Me reí, cuando leí esto en un mensaje de correo electrónico. Sin embargo, al haber tenido experiencia con esta raza de perros (y también con cristianos), ¡creo que es cierto! a veces, los creyentes no somos tan buenos, nos enojamos con demasiada facilidad, nos ofendemos rápidamente, nos cuesta perdonar, pedir perdón, aceptar y amar a otros. Generalmente no manifestamos las mejores actitudes. Muchas veces nos resentimos y nos quejamos; decimos: «En la iglesia no le importo a nadie», «El pastor ni me miró cuando me dio la mano para saludarme». «Hago de todo aquí; la gente debería valorarme un poco más». Enojo, resentimiento, orgullo, egoísmo y murmuración son muchas veces las características que más mostramos. Pero ¿qué pasaría si siempre intentamos tratar a los demás cómo queremos que nos traten a nosotros ?(Mateo 7:12), ¿qué sucedería si en lugar de ser tan rápidos para juzgarlos, lo somos para perdonarlos? (Lucas 6:37), ¿y si demostramos un poquito de humildad?(Filipenses 2:3), ¿Y qué ocurriría si el mundo reconociera, sin ninguna duda, que somos seguidores de Jesús por el amor que tenemos «los unos con los otros»? (Juan 13:35).
¡Es una realidad en muchos!... ¿Es una
realidad en tu caso?
El mejor testimonio que podemos ofrecer los
cristianos es el amor. ¡Practícalo hoy!
Bendiciones en Cristo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario