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Las maravillas del Éxodo Cuando salió Israel de Egipto, La casa de Jacob del
pueblo extranjero, 2 Judá vino a ser su santuario, E Israel su señorío. 3 El
mar lo vio, y huyó; El Jordán se volvió
atrás. 4 Los montes saltaron como carneros, Los collados como corderitos. 5
¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás? 6 Oh
montes, ¿por qué saltasteis como carneros, Y vosotros, collados, como
corderitos? 7 A la presencia de Jehová tiembla la tierra, A la presencia del
Dios de Jacob, 8 El cual cambió la peña en estanque de aguas, Y en fuente de
aguas la roca.
MEDITACIÓN
Hay personas
que suelen pasar desapercibida, que ni te das cuenta de que están ahí. Por otro
lado, hay algunos que difícilmente pase por un lugar sin llamar la atención. Pero
con el Dios altísimo es distinto, siempre está en el mismo lugar: su trono (Habacuc
2:20). Dios está activo e interviene en la historia, en tu historia (Daniel
4:35). El quiere hacer hazañas y mostrar que su pueblo es el instrumento por el
cual revela su poder y gloria. Aunque Dios no es mencionado hasta el versículo 7,
es claro que los pronombres (v.2) se refieren a él. Cuando el pueblo de Dios
realmente es su santuario (le adora) y están rendido a su señorío (o dominio)
Dios se manifestara en poder y es glorificado delante de las naciones. El salmista
incluye todo el proceso del éxodo; el cruce del mar Rojo y del Jordán, que
marcan el principio y el fin de ello. Solo hay una respuesta para las preguntas
de los vv. 5 y 6: la majestad de Dios. El hombre está dotado de razón e
inteligencia, y con todo, no responde ante lo que la creación material
contempla con temor.
APLICACIÓN
1. ¿Has pensado que Dios ha
llegado más cerca de ti de lo que llego nunca en Sinaí, o en el Jordán?
2. A medida que pasa el
tiempo… ¿Eres más o menos sensible a la presencia de Dios?
3. ¿Eres un instrumento para
que Dios revele su poder?
Muchas veces no
nos detenemos a pensar que Dios esta tan cerca de nosotros como lo estuvo de
Israel en Sinaí y el Jordán. En nuestro andar diario olvidamos que Dios desde
su trono de gloria está al tanto de sus hijos, vigilando sus pasos. Esto nos debe
impulsar a ser prudentes y sobrio en nuestro andar diario. Los pecados sin
confesar no te permitirán percibir por la fe la presencia de Dios. Estar en
pecado te hará cada vez menos sensible a las cosas espirituales, de hecho no sentirás
el deseo de estar en comunión con Dios. Si eres un hijo de Dios (recibiste a
Jesucristo como su Señor y Salvador personal) y has pecado Dios te dice en 1
Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Por tanto, tan pronto el Espíritu
Santo de redarguya de pecado (es aquella vocecita que te dice cuando has hecho
algo indebido) confiésalo a Dios, y si alguien mas fue afectado por ese pecado,
también pídele perdón. Permite que Dios te use como instrumento para que el
revele por medio de ti su poder.
Bendiciones en Cristo.
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