Jesús, sabiendo todas las cosas que
le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Juan 18:4.
Algunas obras literarias presentan
la muerte de Jesús como la de un mártir, de una víctima de la maldad de los
hombres. Es cierto que Jesús fue condenado injustamente por tribunales inicuos.
Pero él libremente aceptó morir, cumpliendo la obra que el Padre le había dado
para hacer, la única obra que podía salvar a los hombres de sus pecados.
El evangelio según Juan en particular subraya esa calma determinación de Jesús en el momento de su muerte (Juan 18:1-12). Cuando llegaron los soldados para apoderarse de él, no buscó huir. Se adelantó hacia ellos y sencillamente preguntó por dos veces: “¿A quién buscáis?”. Ellos contestaron: “A Jesús nazareno”, y dos veces Jesús respondió: “Yo soy”. Los soldados, súbitamente puestos en presencia de la majestad de aquel a quien habían venido a detener, retrocedieron y cayeron a tierra.
El evangelio según Juan en particular subraya esa calma determinación de Jesús en el momento de su muerte (Juan 18:1-12). Cuando llegaron los soldados para apoderarse de él, no buscó huir. Se adelantó hacia ellos y sencillamente preguntó por dos veces: “¿A quién buscáis?”. Ellos contestaron: “A Jesús nazareno”, y dos veces Jesús respondió: “Yo soy”. Los soldados, súbitamente puestos en presencia de la majestad de aquel a quien habían venido a detener, retrocedieron y cayeron a tierra.
Luego, en ese momento extremo, él
protegió a sus discípulos, diciendo: “Si me buscáis a mí; dejad ir a éstos” (v.8). Con estas palabras, Jesús aceptaba ser arrestado, pero ordenaba que se
dejase ir a los suyos.
¿Por qué Jesús se dejó detener por sus enemigos? El mismo dijo al discípulo que
intentó defenderle: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (v.11). Jesús se dejó detener para que el amor de Dios alcanzase a todos los que
acuden a él por la fe.
Bendiciones en Cristo.
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